domingo, 7 de diciembre de 2014

Cambio de modelo de gestión para las bibliotecas de secundaria. Aporte de luz y posibilidad


Las acciones de ámbito curricular y de cohesión social que lleva a cabo la biblioteca escolar, que conforman sus funciones y que representan su razón de existir, no pueden sostenerse en los centros de secundaria con un modelo de gestión unipersonal ni desarrollarse con unas directrices bibliotecarias. Si no asumimos esta realidad y proponemos un cambio de dirección que nos aporte luz y posibilidad, las bibliotecas escolares se convertirán en recursos marginales o dejaran de existir por ser inviables e ineficaces.

La complejidad de adecuar las intervenciones educativas que la biblioteca escolar tiene encomendadas a la realidad del aula, a la especificidad del currículum o al perfil profesional docente, nos llevan a la necesidad de replantear su modelo de gestión para reformular su posición dentro del sistema organizativo del centro.

La biblioteca como agente educativo puede articularse en los centros de secundaria como un órgano de coordinación docente con categoría de departamento didáctico porque tiene como función apoyar el desarrollo de las actividades del centro. El concepto de biblioteca escolar se libera así de la rigidez bibliotecaria y del freno que supone para su desarrollo el hecho de ser visualizarla solo como centro de recursos. La biblioteca escolar és más que un recurso educativo.

Las dinámicas escolares dificultan un modelo basado en la atribución de las funciones de la biblioteca en una única persona. La figura del bibliotecario/a escolar es imprescindible, pero como coordinador/a de un órgano interdisciplinario que actúa como agente educativo, con unas funciones curriculares asignadas. No únicamente como responsable de la organización y funcionamiento de la biblioteca como recurso y estructura bibliotecaria.

Las bibliotecas escolares así planteadas (como agentes) tienen capacidad para generar actividad propia al servicio del proyecto de centro y están en disposición de contribuir al impulso de dinámicas de coordinación docente tanto en la creación de propuestas formativas y culturales específicas, como en la gestión compartida de recursos, aportando una infraestructura de gestión y una especialización.

Es por ello que hay que dotarlas de un encaje eficiente en el sistema organizativo de centro para que desplieguen toda su potencialidad. No pueden actuar  en solitario como hasta ahora solo con un equipo de apoyo o comisión de biblioteca  No resulta eficaz. Considerando las carencias y dificultades existentes en los centros hay que diseñar propuestas de coordinación viables que puedan ser puntuales, no permanentes. Este es el cambio. Necesitamos estructuras de gestión más reticulares y flexibles que nos permitan crear redes de complicidad y promover el trabajo colaboratorio siempre que sea posible.

Si la biblioteca se articula como departamento, éste puede actuar disuelto en las estructuras existentes de coordinación educativa, bien participando directamente en determinados órganos de coordinación o bien distribuyendo tareas en equipos o comisiones que se articulen en función de proyectos y actividades específicas.

La figura del bibliotecario/a escolar pasa a ser una figura profesional con dos facetas intrisecas: la de coordinador/a del departamento de biblioteca como agente educativo y la de responsable de la biblioteca como centro de recursos.  Considerando que esta última función es una consecuencia de la primera.  Hay que integrar las dos funciones en una única persona pero diferenciando el alcance y las tareas que éstas implican pues son de naturaleza distinta. La biblioteca como recurso material es una infraestructura que requiere de una organización y un mantenimiento, así como de unas directrices de uso, y alguien debe responsabilizarse de ello.

Hay que llevar a cabo unas tareas técnicas de gestión documental y unos servicios generales muy concretos de clasificación y preservación de la colección y de mantenimiento y explotación del espacio físico y del entorno virtual. El coordinador/a del departamento de biblioteca ha de asegurar estas tareas, y si se llevan a cabo por diversas personas coordinar su realización.

Las tareas específicas vinculadas a la difusión y distribución/comunicación de recursos en las aulas, acciones tradicionalmente de gestión bibliotecaria, cabe considerar que en el centro educativo son acciones de apoyo curricular y representan servicios específicos que se debeiamos realizar desde la coordinación docente, es decir desde el departamento de biblioteca.

Este modelo de gestión para las bibliotecas de los centros de secundaria pide el reconocimiento de una especialidad con la creación de la figura del coordinador/a del departamento de biblioteca. Pero también implica el impulso decidido de una nueva manera de trabajar. La interdisciplinariedad, que és una cualidad intrínseca de la biblioteca, conlleva utilizar estructuras de coordinación educativa más reticulares y flexibles.